jueves, enero 5

Después del tiempo.





¿Cómo se cuenta el tiempo? ¿Por donde se empieza? Tengo una hoja en blanco y no me importa en cuántas palabras lo resuelva, veces como esta intento parar el tiempo. 
Cuando eramos más chicos el tiempo se medía en un juego, en una merienda, en un regalo de cumpleaños, o en las vueltas en la calesita. El primer día de clases y el primero de las vacaciones. 
Ahora el tiempo lo podemos contar en el ultimo año escolar, el primer trabajo, el primer amor, en ''irnos a vivir juntos'' en un nuevo empleo, en una nueva cita y en cada ''adiós''. En un nacimiento y en un casamiento. En despedidas y finales (que nunca van a ser lo mismo... digo, me despedí de tanto que no tenía final, simplemente lo hice). 


Hay veces que me olvido. Hay cosas que realmente no se cuenta ni importa el tiempo. El tiempo realmente pesa cuando se va, cuando ya no está, cuando cambia... como todo. 
En las risas y carcajadas no se mide el tiempo, 
en las caricias no se mide el tiempo
y mucho menos en el amor.
En los viajes no se mide el tiempo
(algunos días que parecen volar
y otras horas que parecen no querer pasar.)
cuando el sol me da en la cara el tiempo no pasa
los amigos no los mide el tiempo, los amores menos. 


El tiempo para nosotros se divide en unas cuántas horas y varios minutos. A veces los minutos se me pasan de a veinte y hay noches eternas. Hay días que parece que duraran lo que una burbuja y hay otros que no se pasan más. Pero ese nunca va a ser nuestro mayor dilema.
El problema es este punto muerto, este ''stop'' para parar y ver
parar y ver que las caras no son las de antes y las esencias mucho menos
parar y ver que el tiempo pasó y revolucionó las cosas
llevándose abrazos
besos
historias
formas de ser, de pensar, de actuar y de sentir.
Que el tiempo pasó y nos dejó aprendizajes. Que el tiempo pasó y nos obligó a vivir. Y lo que se fué no es bueno ni malo. Está pero no está. Ya fué. Hasta que se vuelve efímero dentro nuestro. 


Viviendo, disfrutando el momento y tratando de hacer eterno el tiempo. Seguros de que tenemos todo por delante, para siempre. 
Confiadísimos. La eternidad y el "para siempre." ¿Qué tanto de eternidad hay en nuestras vidas? La humanidad y sus dudas. El desconcierto, que no importa. 


Cosas incontrolables, la muerte como parte de la vida y el tiempo haciendo ruido dentro nuestro. "Tic, tac... Tic, tac..." Los que se fueron y los que nos quedamos, extrañando, viviendo con todas las ganas.  Sin olvidarnos del pequeño detalle del tiempo. "El tiempo como protagonista de nuestra vida". Y el desconcierto y las dudas, otra vez.  
Nuestro amigo el pasado, para poder decir que algo de antes siempre fué mejor. Un pasado que trae nostalgia, un pasado del que no nos queremos olvidar y es un motor para seguir... el pasado para intentar, recordando, revivir.  
El futuro, lleno de preguntas, miedos y de encuentros con el destino. Mejor malo conocido que bueno por conocer. El futuro,esperando algo "a cambio de" y la confirmación de que ''así estuvo bien''. 


El presente, hoy y mañana el tiempo. Hoy disfrutar, vivir, sonreir y llorar. Y mañana ver, otra vez, como pasó todo... El presente como hecho concreto que mañana va a ser parte del pasado. El tiempo jugando con nosotros, nosotros jugando con el tiempo. Me olvido de èl a veces. Pero casi siempre hay un cable a tierra que me lleva a ver su paso.






Que el tiempo está de nuestro lado y que no cuenta. Que la muerte es parte de la vida también y que, si existe el cielo o algún lugar donde nos volvamos a ver... ¡vaya a saber uno que va a ser lo primero que se me ocurra decir(te)!... después de tanto 




tiempo. 








A los que de a poco se nos fueron yendo, a los que nos quedamos resistiendo, viviendo, siguiendo, dudando y disfrutando del paso del tiempo. A los del más allá y a los de acá. 
A los que están pero no están. (Los que la vida nos sacó en una especie de lucha y, sin embargo, están en nosotros y los otros, que si están y, aún así, parecen a billones de kilómetros de distancia).