martes, marzo 22

Así.

Punto muerto, bloqueo, estancamiento, inmovilizado, obstrucción. Y es que las cosas no van ni para atrás ni para adelante, y eso no está mal. Pero supongo que es eso lo que odiamos de la rutina, saber que el día siguiente va a ser igual… y otro y otro y otro más no nos empuja a seguir. Es algo más o menos así, y es que no estoy hablando de rutina precisamente. Estoy hablando de que ese parque de diversiones se concentró en una calesita esta vez, de la que es algo difícil bajarse. Quiero escuchar algo que nunca haya escuchado, quiero que la historia cambie de una vez y dejar de aprender de errores. Quiero darme el lujo de decir que en verdad está todo bien, sin tener que pensar antes en si tengo o no ese equilibrio del “está todo bien” Estoy hablando de que las agujas del reloj no pasan más los minutos, esta vez miré a otro lado y cuando volví la mirada habían marcado días de más. 

No creo tener la culpa, ni mucho menos que la pueda tener alguien más.
Pero el único momento en que la vida se (me) torna algo monótona es cuando vuelvo siempre al mismo lugar, cuando sigo repitiendo los mismos errores una y otra vez, cuando estoy cansada de buscar algo que no llega o cuando busco algo de lo que no me enteré todavía.
Y va a pasar, yo sé que va a pasar. Pero a veces no es fácil decir que “va a estar todo bien” si hace tiempo que no podés mantenerte ni dos segundos en ese equilibrio tan perfecto que lograste.