viernes, febrero 4

Vida

Más que una montaña rusa, yo diría que mi vida es un parque de diversiones entero. Esta vez estoy en una calesita y tengo ganas de bajarme, es que me mareé un poco. Pero es que también, gané tantas sortijas que no me puedo bajar. Tampoco dije que quería. Pero este juego me confunde, me altera y me marea. No sé salir de él. Y probablemente cuando baje me espere una montaña rusa, que me distraiga y me haga sentir bien pero seguramente en algún momento me canse. Claro, que para llegar a esa montaña rusa primero tendré que bajarme de acá y caminar un largo tiempo algo mareada.
Así que supongo que me quedare en mi calesita. Es nueva, y es linda. Pero tiene días en que los caballitos que están en ella parecen algo frívolos, y no me da gracia el juego.  Hay otros días en los que el sol les da en la cara y los caballitos me sonríen, y créanme si les digo que así es mucho más fácil olvidarme de que el juego no dura toda la vida.
Por más de que la calesita sea enorme, vamos a decir la verdad… siempre da las mismas vueltas ¿o no? Y siendo siempre el mismo paisaje para mirar, una y otra vez, quien no se aburriría…
Sin embargo, también hay días en los que increíblemente desde acá se puede ver mucho más allá, y no te quieres bajar nunca.

Y días como hoy, probablemente me falte o me sobre tanta calesita.
(Tengo la fantasía de que es posible ponerle punto muerto a este parque de diversiones, por un tiempo, unos días, unas semanas, unos meses por problemas técnicos.)