Lloré, sufrí, me desepcioné, me caí y descubrí la manera de levantarme. Me deprimí, me desgasté y encontre motivos para pelear. Me hice fuerte, me destruyeron y me dieron motivos para seguir adelante. Pensé que era el final y sin embargo ahí fué cuando empezó todo, creí no encontrar la salida e increíblemente era la señal de una nueva puerta a algo mejor.
La vida tiene una forma curiosa de engañarnos, y aprendemos, y volvemos a equivocarnos y sabemos que siempre hay alguien presente, para una oportunidad.
Vivimos pensando, en consecuencias que nosotros mismos inventamos. Si solamente sintiéramos... Nos deprimimos, nos desgastamos tratando de cubrir vacíos y no pensamos que el tiempo los llena. La vida los llena, y ¡si nos diéramos cuenta que la vida nos regala día a día una nueva oportunidad!
Seguramente, muchos coincidan conmigo y sin embargo, no hacemos nada. No creo que podamos hacer nada tampoco... es una forma de vivir, también. Es una forma de aprender, pero si nos ocupáramos de cuidar eso que tenemos, que hace que estemos agradecidos en vez de esperar ese ''algo más''... sería más fácil saber que hay motivos por los cuales sonreír. Y si en vez de cuestionarnos todo nos dedicáramos a vivir, ¡que es lo más peligroso de la vida!
Si hoy soy capaz de ponerle mi mejor cara a cualquier paso, es porque sé que después de la tormenta, viene la calma. Si estoy tan segura que después de cada lluvia sale el sol es porque cuando digo que “no tengo suerte” es verdad, todos pasamos por cosas feas, momentos dolorosos, pérdidas, equivocaciones… y es parte de la vida. Y ahora sé, que el tiempo lo dice todo, que deberíamos disfrutar hoy, ahora, en este mismo momento que es cuando está pasando la vida,
la vida no nos está esperando a estar preparados.
